Zona de tolerancia

La prostitución como tal no es un delito, en todo caso está tipificado como falta al Bando por daños a moral, el verdadero problema son los millonarios negocios que se dan tras el ejercicio de esta práctica, ahora de hombres y mujeres, en las calles de ciudades como Puebla, donde los delincuentes son tratantes de personas y lenones.

Es un tema que socialmente no se puede ignorar y la autoridad debe intervenir con eficacia por ser un problema de salud pública y para combatir la impunidad con la que se desempeña a plena luz del día la delincuencia organizada, vinculada al poder político que la protege y se da en la explotación cotidiana y a toda hora de cuerpos de hombres y mujeres.

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En los últimos días se han dado manifestaciones públicas y declaraciones de quienes la ejercen y son impulsadas por los verdaderos dueños del negocio, en el que se ocultan incluso legisladoras poblanas que dan protección a supuestas organizaciones defensoras de los derechos humanos y la comunidad lésbico gay, pero que en realidad son fachadas de sus negocios ilícitos.

El presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, fijó ayer posición ante el tema y la “sugerencia” de que en la 14 poniente se tolere una zona roja, dijo que no está de acuerdo con que exista y responsabilizó a la secretaría de Gobernación Municipal para que llegue a una solución sobre el delicado tema.

“No estoy yo a favor de que exista en Puebla una zona de tolerancia, sin embargo, estamos dispuestos a que el secretario de gobierno pueda tener una reunión, este diálogo y encontrar una solución a la presencia de este tipo de trabajadores, trabajadoras que quieren también este espacio”, dijo.

No es fácil para un político como él, por su origen y su concepción de la vida, hablar de un tema delicado, pero no lo evade porque es su responsabilidad como autoridad y ante una realidad que no solo le corresponde resolver al gobierno municipal, porque la autoridad estatal y federal están vinculadas con las sanciones a quienes practican delitos graves como la trata de personas y la explotación de seres humanos que viven casi esclavizados.

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Las sexoservidoras pidieron que se les permita ejercer su actividad en la 14 Poniente del Centro Histórico, como una de las propuestas al gobierno de Rivera Pérez para mantener sus ingresos actuales.

Han pedido tener una mesa de diálogo con el edil panista, pero él ha manifestado que el tema es de la secretaría de Gobernación municipal, puesto que se llevará a cabo un reordenamiento del comercio informal y de las sexoservidoras, dos factores que se desbordaron durante el pasado gobierno de la ciudad.

En un gobierno panista la demanda de una zona de tolerancia no va a prosperar, puede permitirse dentro de los mismos hoteles del Centro Histórico, pero no en las calles y eso si evitando el lenocinio y para ello corresponde a las autoridades de todos los niveles combatir a la mafia que hay detrás de este millonario negocio, donde el crimen y el poder están vinculados.

De las anécdotas que se cuentan

En occidente, cada vez son menos los especialistas en virología que se atreven a decir que el COVID-19 tiene sus orígenes por vía zoonótica; es decir, que se trata de una enfermedad que se transmite entre animales y humanos.

En sentido contrario, cada día aumentan los expertos que van juntando de a poco, las piezas del rompecabezas y señalan que el virus es un producto preparado en laboratorio, uno de las Fuerzas Armadas chinas, para ser precisos.

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Entre lo más reciente se encuentra un largo artículo publicado en “The Wall Street Journal” redactado por los doctores Richard Muller y Steven Quay.  Muller es profesor emérito de física en la Universidad de California y Quay es fundador de una empresa biofarmacéutica influyente, Atossa Therapeutics.

Los especialistas defienden la teoría de que el Covid-19 nació en un laboratorio a partir de una obviedad, si fuera producto de la naturaleza, tendría que haber caminado un largo trecho, contagiando gente y dejado una estela de muertos antes de arrasar con Wuhan.

Pero no, los expertos se dedicaron a revisar los datos que posee la Organización Mundial de la Salud y, encontraron que es insuficiente la evidencia de infecciones pre pandémicas.

Es como si de repente, el virus llegó y se dedicó a matar gente.

Por supuesto, los chinos respondieron exactamente como lo han hecho durante todo este tiempo: guardan un silencio sepulcral y si hay demasiado ruido, entonces dicen que ya aportaron sus evidencias a la Organización Mundial de la Salud y que no tienen nada que esconder.

El análisis de los expertos señala el rumbo de las cosas.

Un día, al ejército chino se le ocurrió probar al virus en Wuhan y se salió de control, generando un cataclismo mundial del que todavía no podemos decir que ya tenemos resuelto.

Esta historia es demasiado complicada para terminar de entenderla, siquiera.

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Con información de Lo de Hoy Noticias

*ARD