Compromiso con los poblanos

Compromiso con los poblanos

Del reportero
Por Fernando A. Crisanto 5 Julio, 2021

Mientras Eduardo Rivera Pérez se prepara para responder a las demandas de los poblanos, que no son pocas y muchas las expectativas, a su alrededor hay ruido y grilla que pretende confrontarlo con su equipo, los dirigentes de su partido y quienes lo apoyaron para conseguir un gran triunfo, que él mismo ha dicho se lo debe a los cientos de miles de electores que votaron por él en junio pasado.

Político profesional construyó la candidatura con años de anticipación, desde aquella noche que perdió, el uno de julio de 2018, supo que tenía que reponerse y regresar, tal vez no imaginó en ese momento que sería en tan solo un trienio, pero en su mente su aspiración era volver a la posición que ocupó en febrero de 2011, durante tres años.

Para ello Lalo Rivera tuvo que hacer política, mucha política.

Hablar y escuchar, dialogar con representantes de todos los sectores y los partidos, definir objetivos, establecer compromisos, construir puentes que le permitieran cruzar y hacer realidad, primero su candidatura, que tuvo el respaldo de más fuerzas políticas de que las que originalmente se pensaban, y después ganar la elección.

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Actualmente la transición es complicada y no se funda sólo en buenos deseos y esperanzas, que se necesitan, pero no lo son todo.

¿Hubo resistencias en Acción Nacional, su partido? por supuesto.

Es el instituto político más democrático del país y él lo sabe, tanto que lo presidió y es el único en el que ha militado, su labor fue más intensa de lo que se calcula. Era la mejor carta del panismo, pero no el único con aspiraciones y en el ejercicio de selección de candidatos, todos los aspirantes juegan.

¿Tuvo el respaldo de su dirigencia nacional?

Por supuesto y ellos mismos establecieron una condición para sumar a todos los panistas poblanos en el mismo objetivo, ya que de acuerdo a la convocatoria no se celebró asamblea y para entonces habían construido la Alianza va por México con los partidos Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática, cuyos dirigentes nacionales aceptaron que un panista fuera el candidato por la presidencia municipal de Puebla y no vieron mal a Rivera.

La condición de un acuerdo donde garantizaba un porcentaje de la estructura para panistas es clara y ninguna afrenta para Lalo Rivera, tanto que la firmó. El acuerdo es que el 25 por ciento de las posiciones administrativas del ayuntamiento, en caso de ganar, serían para sus compañeros, no para un grupo determinado.

Sabedores que iban a construir una gran coalición establecieron garantías para los panistas y que ellos se comprometieran a hacer la campaña y la estructura básica en la que descansó la campaña y la jornada electoral. Ellos fueron los responsables de cuidar las casillas y estar pendientes de que se cuidaran los votos, amén de las portaciones de otras organizaciones políticas y simpatizantes.

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Por eso ante las versiones de que Genoveva Huerta, presidenta estatal de Acción Nacional, pretende “arrebatar” posiciones al futuro presidente municipal, el viernes pasado ella en sus redes sociales dejó en claro:

“Niego rotundamente querer debilitar a @eduardorivera01 y a su grupo. Sé que él es un hombre de palabra que le cumplirá a los poblanos y también a los panistas. Este acuerdo (el del porcentaje de posiciones para sus compañeros de partido) es real, se firmó el 16 de febrero en el CEN de @AccionNacional y lo tiene nuestro secretario @LariosHector”.

Eduardo Rivera y sus compañeros del PAN saben que la próxima administración tendrá que ser plural y ellos no están excluidos, al contrario. Sólo que tendrán que ser hombres y mujeres con el mejor perfil para garantizar resultados en la administración pública.

No será un gobierno de cuates sino de profesionales.

No sólo Rivera, sino el panismo todo se juegan en Puebla su futuro político en los resultados que obtengan desde el primer día.

En la mesa de trabajo del presidente municipal electo hay un altero de currículums, que personalmente revisa y claro que habrá más del 25 por ciento de panistas formando en su gestión. Algunos ya demostraron en su pasada administración que son dedicados y honestos, son hombres y mujeres probados en sus resultados y otros más se van a integrar para construir un gran equipo, el que cambie el rumbo de la ciudad de Puebla.

Rivera está ajeno a las grillas, tiene la fuerza y la honestidad para personalmente aclarar todo lo que salga. La verdadera presión que enfrenta es la de los poblanos que demandan una autoridad municipal que dé soluciones a temas fundamentales como: Seguridad Pública, Servicios, Desarrollo Económico, ambulantismo y gobernabilidad.

Demandan una mejor ciudad y ese es el compromiso de Rivera y será de quienes lo acompañen en la futura administración pública.

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Los cuates son para una fiesta no para gobernar.

Mañana espere nombres de probables.

 

De las anécdotas que se cuentan


La Secretaría de Gobernación federal mandó hacer una encuesta para identificar entre otras cosas, la calificación de los mexicanos respecto al manejo de la pandemia por parte de Andrés Manuel López Obrador.

Tal ejercicio estadístico se realizó el 26 de junio de este año.

La calificación es mediocre, como suele ocurrir en las acciones del gobierno federal: seis de cada diez mexicanos consideran “mala” o “regular” la gestión pública ante el Covid-19.

Pero, más allá de los hallazgos, lo interesante se da en la vitrina metodológica de la encuesta: el 74 por ciento de los encuestados se calificó “de clase baja”, el 22 por ciento, “de clase media” y el 4 por ciento, “de clase alta”.

Por supuesto, podría pensarse que el 74 por ciento de los encuestados que refirió ser de “clase baja” estaba mintiendo y en realidad estaba compuesto por “conservadores”. Con todo, la encuesta fue contratada por Bucareli y no por un adversario de Palacio Nacional.

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En el apunte metodológico, se menciona que fueron 1 mil 525 encuestas levantadas, con un margen de error de +/- 2.5 por ciento y nada menos que una tasa de rechazo de 52 por ciento. En términos llanos, por cada persona que aceptó realizar la encuesta, hubo otra que se negó a practicarla.

Como corolario, va un dato ominoso: en números redondos, el 48 por ciento de los encuestados consideró que la violencia en el país es mayor que en el pasado y el 21 por ciento calculó que la violencia sigue igual. Apenas, el 31 por ciento estimó que la violencia es menor.

Estos son los datos de un ejercicio cuyo principal valor radica en quién lo contrató, el propio gobierno de López Obrador.

El lector podrá hacer sus propias conclusiones al respecto.

Mientras tanto, ya se preparan otras encuestas que desmentirán a las ya realizadas.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto

 

Con información de Lo de Hoy Noticias

 

*AR